domingo, 2 de octubre de 2016

Regreso

Hubiera preferido que me mataras,
antes de deshojar las flores que cubren
cada grieta de mi alma,
que me hicieras arder hasta cenizas
a ser pasto de recuerdos de otros tiempos.
Que el rojo infernal de tus ojos
no hubiera matado el azul de aquel mar
que hoy se deshace entre hojas secas.
Hubiera preferido que me clavaras las espinas
de cada rosa muerta,
a que me enterraras en una tumba
sellada con promesas de una primavera eterna.
Que me mataras, hubiera preferido,
a esta espera incandescente
de una estación que no llega.

P.

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