Llevo océanos en la mirada
que jamás se corresponderán
con el otoño de mis venas.
Capas de amores muertos
sobre la piel
que cubren de desgracia
mi vana esperanza.
Días de eterno solsticio,
de cuentos a medias
y canciones vacías.
Llevo las lluvias en el pelo,
calando mi ropa
y quemando mis huesos.
Meses de frío en la garganta
y veranos eternos sin conocerte.
Y tu voz,
siempre anclada en mi alma,
sereno castigo
de noches en vela.
P.
No hay comentarios:
Publicar un comentario