Había una melodía
en el retumbar mismo del espíritu,
y palabras que se desprendían
de mis manos.
Un par de silencios rotos
y notas que acompañaban al cielo.
Había mares para calcular
lo profundo,
muertes intactas
y pieles quebradas.
Gritos que había oído,
ahogados ahora en el paso del tiempo.
Había dolor y huecos en el alma,
fragmentos rotos en el suelo
y páginas escritas sin tinta.
Vientos que arrastraron nuestro gris
para quedarse con la ausencia.
Y abandono para cerrar
las grietas.
P.
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