Y qué sonido absurdo es este
entre cuatro paredes perfectas,
conociendo las distancias
que existen entre las grietas.
Qué olvido escondo, que hoy
después de haber huido
regreso a aquel lugar
sin ti, sin mí, ni conmigo.
Deshaciéndome rota como era,
desangrándome en poemas,
buscando libros que prender
y amores
para llenar las horas.
Pero se ha consumido
esta absurda veleidad,
aminorado el paso queda,
triste consuelo y castigo
de cuando recorrías mis venas.
P.
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